Trabajo presencial + trabajo en remoto = modelo exitoso

15 diciembre, 2020

Desde que se produjera la Revolución Industrial, las empresas han mantenido un ritmo de trabajo que se basaba, a grandes rasgos, en una jornada laboral de 9:00 a 18:00h donde se perdía bastante tiempo en los desplazamientos. Con la aparición de la COVID-19, este modelo de más de dos siglos de antigüedad ha visto cómo se tambaleaban sus cimientos.

Últimamente se están realizando muchas encuestas para tomar el pulso a esta nueva forma de trabajar a la que todos nos estamos habituando. En términos generales, la gran mayoría de las personas son más felices con el teletrabajo porque les ahorra los tiempos de desplazamiento (lógicamente impacta más en las grandes ciudades), les permite conciliar mejor o tener más tiempo libre, y la productividad también ha aumentado, entre otras cosas, porque ha reducido el absentismo. Y los directivos también mencionan que este modelo les ayuda, además, a retener el talento en sus organizaciones.

Pero no hay duda de que pasar tiempo en las instalaciones de la empresa es muy valioso para que los profesionales estrechen lazos con sus compañeros e interactúen y charlen de un modo más informal con sus superiores. Todas estas circunstancias sociales, en apariencia sencillas, suman y tienen una gran repercusión en la cultura de equipo. Por tanto, uno de los retos del teletrabajo reside en conseguir que los grupos sigan bien cohesionados y conectados con la cultura de la compañía.

Ya hemos visto que parece que la productividad ha mejorado, pero ¿qué ha sucedido con la innovación? En principio, parece que se ha visto resentida al ser más complicado que prosperen las nuevas ideas en un entorno en el que las personas se sienten más desconectadas de la empresa y de sus compañeros. Y esto también nos lleva a lidiar con el peligroso problema de los silos.

En un estudio elaborado por Boston Consulting Group y KRC Research, han identificado tres aspectos críticos para continuar impulsando la productividad y la innovación cuando se trabaja en remoto:

  1. Conferir mayor autonomía a los equipos: darles libertad para que aborden los retos del modo que consideren más oportuno, sin ocultar ni penalizar los fallos, ya que es una forma de aprender, adaptarse y crecer.
  2. Proteger el tiempo de concentración de los empleados: evitar la interrupción continua, dejando que los trabajadores dediquen toda su atención a la tarea presente que le ocupa, ayudándoles a mejorar los resultados y ser más eficaces.
  3. Apoyar a los responsables de equipos con formación y coaching: dirigir a personas que están trabajando a distancia requiere habilidades diferentes y exige revisar los programas de formación existentes.

Por tanto, la innovación y la productividad aumenta cuando las personas pueden comunicarse con sus compañeros, trabajan en equipo, asumen riesgos de forma inteligente y se les deja ser proactivos con las nuevas ideas. Nuestro desafío reside en lograr que nuestros profesionales se sientan conectados, parte de un equipo en donde la empatía y la confianza que notan todos y cada uno de sus miembros contribuye a hacer realidad la visión de la empresa.

No hay duda de que el teletrabajo ha venido para quedarse. ¿Por qué no implantarlo como un modelo flexible e híbrido, en el que conviva la asistencia a las plataformas con la realización del trabajo desde casa? De esa forma conjugaremos lo mejor de cada mundo.

Parece que después de ponerlo en la balanza, los beneficios, tanto para los directivos como para los trabajadores, superan los inconvenientes y la experiencia nos ayudará a ajustar, en cada caso, el equilibrio optimo entre el trabajo presencial y el trabajo en remoto.

 

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